martes, 12 de abril de 2011

CAPITULO 24

LA FIESTA DE FIN DE MUNDO.
La limusina se detuvo delante del imponente avión con una brusca frenada que salpicó de piedras a los hombres que allí esperaban. En cualquier otra ocasión lucirían impecables, perfectos, pero todos vestían desaliñados, con sus uniformes a medio abrochar y con el aspecto de alguien que acaba de ser arrollado por una apisonadora. Todos se cuadraron saludando al unísono hacia la puerta que se abría, de ella salieron primero dos soldados apostándose de rodillas a ambos lados de la puerta, como si el lugar no fuera lo suficientemente seguro.
A la docena de soldados y el par de pilotos cuadrados ante el presidente delante del A.F.O no pareció gustarles aquello, era como echarles por tierra, como si con ellos no bastara para tener aquel pequeña pista de aterrizaje asegurada.
El capitán dio un paso adelante sin abandonar su postura.
Primera Dama y Primer Caniche a bordo. Listos para partir.
El presidente asintió sin mirarles, caminó hacia la escalerilla cabizbajo maldiciendo a algo que llevaba entre las manos. Al final le pasó el objeto a uno de los dos guardias que le flanqueaban.
Pásame la pantalla. Es una orden. Y de esta guisa el presidente Osama empezó a subir la escalerilla del Air Force One, con uno de sus guardaespaldas apuntando nerviosamente hacia cada rincón y con el otro recolectando estrellitas para la primera pantalla del Super Mario DS.

Cuando el presidente entró con paso firme dentro del aparato, lejos de escucharse sus varoniles zapatos machacando el suelo con un sonido atronador lo que retumbó dentro del aparato fue un lastimero aullido. Bajo del zapato izquierdo del presidente se había fraguado la desgracia.

El Primer Caniche había muerto.

Se dispararon salvas en su honor, se hizo un desfile de doce soldados, dos pilotos y un guardaespaldas. Si la devastación rubia no barría a la humanidad seguramente algún día se escribirían increíbles gestas de cómo este valiente caniche había dado su canina vida por su país. Se honraría su memoria bautizando con su nombre –Pirrupuchiminí- a alguna ciudad árabe tras ser bombardeada y reconstruida por el país de la Libertad.
Fue un momento realmente entrañable -incluso el presidente lloró- cuando el segundo guardaespaldas le devolvió su DS con todas las estrellitas recolectadas.

Así que tras perder estúpidamente el tiempo y avisar a todo ser viviente de que se encontraban allí, el Air Force One emprendió el vuelo hacia un lugar seguro. Todo estaba planeado a la perfección pero a las dos horas, cinco minutos y tres segundos de viaje sobrevino la tragedia.
La Nintendo DS del Presidente se quedó sin pilas. Maldeció a todos los chinos por haber construido un artefacto así. Buscó a alguno de los soldados pero ni siquiera encontró a sus propios guardaespaldas. Quizás estuviesen preparándole alguna sorpresa, algo como una fiesta de fin de mundo, así que decidió no molestarles.
En ese momento se acordó de que aún no había visitado a su mujer así que se fue al dormitorio, cuando abrió la puerta le pareció ver durante unos segundos a doce soldados y dos pilotos rodeando a su mujer con los pantalones bajados. Un trueno sacudió el cielo apagando durante unos segundos la luz del avión, tras el mismo vió que la habitación estaba vacía, había sido solo una extraña y perturbadora ilusión.

Porque allí estaba su angelical y –cada vez más escultural- mujer, desnuda, esperándolo con su lencería. Su rizado cabello moreno estaba mojado como si acabara de salir de la ducha, su cuerpo brillaba, reluciendo por algún tipo de aceite. Estaba más bonita que nunca. Sería porque cada vez la quería más pero el presidente incluso juraría que a su mujer le habían desaparecido las pocas arrugas que tenía. Apenas tenía los cuarenta años (cinco menos que el) y siempre se había conservado muy bien pero aquello ya era demasiado. El presidente acostó a su mujer y empezó a masajearle la espalda, aquel líquido que la recubría parecía ayudar a estimularla, aunque francamente olía fatal. Aunque claro, no pensaba decírselo a su mujer. Al fin y al cabo había hecho todo aquello por él.
El presidente le desabrochó el sujetador dejando su espalda totalmente desnuda y luego el mismo se desnudó hasta quedarse en unos enormes calzoncillos con la bandera americana impresa.
Su mujer se hirguió en la cama sobre sus rodillas contoneando sus caderas mientras pasaba sensualmente sus dedos sobre sus braguitas bajandoselas muy poco a poco hasta dejarlas al nivel de sus perfectos muslos. El presidente se quedó asombrado ¡¡su mujer se había tintado el felpudito de rubio!! Desde luego su Daisy era una caja de sorpresas. De alguna parte su mujer sacó un vibrador y se lo ofreció... Los ojos de Osama se abrieron como platos , ¡Si nena eres la mejor!! Le dijo mientras saltaba de la cama con el vibrador en la mano y salía de la habitación chocando en el pasillo con sus dos guardaespaldas que salían -a la vez- del servicio de caballeros.
Cinco minutos después el presidente estaba en su butaca recolectando estrellitas, con uno de sus guardaespaldas –algo nervioso- a su lado y el otro vigilando avión arriba avión abajo. Mientras, en el suelo, el vibrador había sido ultrajado, mancillado. Le habían arrebatado las pilas.

Tres horas, diez minutos y cuarenta segundos más tarde la DS del Presidente de los Estados Unidos volvía a quedarse sin pilas así que este se levantó con clara intención de arrebatarle algún otro juguete sexual a su mujer. Sus dos guardaespaldas, totalmente pálidos, le dijeron que no era buena idea ya que la primera dama seguramente estaría acostada.
Aún así la realidad suele ser mucho más furtiva de lo que uno cree e incluso sorprendió a los dos soldados de la guardia personal del presidente.
Cuando abrieron la puerta había quince rúbias retozando en la habitación, doce de ellas con amplias camisas de soldado desabrochadas, otras dos con gorras de piloto y una última con las mismas braguitas que llevaba su mujer. Las quince rieron tontamente al verlos mientras el presidente gritaba. ¡Lo sabía, me han preparado una fiesta de fin de mundo!!.
Las zorras rubias saltaron con una velocidad pasmosa hacia el presidente que fue lanzado hacia el pasillo del avión por uno de sus guardaespaldas mientras el otro disparaba con su escopeta de combate.
Vació el cargador sobre el interior de la habitación, haciendo saltar por los aires y retroceder a aquella blondis mientras que un último y desgraciado disparo reventaba una de las ventanillas. La propia presión del aire cerró las puertas frente a sus narices mientas el avión empezaba a perder altura. Uno de los guardias de seguridad hecho un último vistazo a través de la cerradura de la puerta, la ventanilla se estaba tragando a aquellas zorras rubias convirtiéndolas en zumo rosa, lejos de gritar mientras esto les sucedía, solo reían. Con un Blop todo se quedó a oscuras y un ojo marrón adornaba ahora la cerradura de la puerta, mientras el soldado gritaba de dolor.
El avión perdía altura cada vez más rápido asi que el presidente Osama fue corriendo a la cabina a hablar con los pilotos que resultaron no estar. Pero eso no lo asustó, se giró hacia el pasillo y les gritó a sus guardias personales.
No os preocupéis, soy el mejor en el “Imagina ser Aviadora”!!

3 comentarios:

Aeris dijo...

he leido la primera parte,volvere con la segunda. molaria mas que los pusieras de uno en uno porque asi se hace demasiado largo,

de pronto he tenido la sensacion de estar leyendo un doujinsi hentai sobre el presidente obama XDD

eso si, revisa cuantos pares de bragitas lleva su mujer, me ha parecido contar dos XDDDD

Vixvapurus dijo...

Tambien tienes razon, no es que me cueste na del otro mundo ponerlo por separado xD

Pos revisare lo de las braguitas que cuentas, a ver si es que lleva de repuesto xDD

Espero que el Dojinsi te haya parecido cómico ademas de hentai (que lo es xDD). Intento darles el toque a los capitulos aunque intento no pasarme xDD

Muxas Asias por el Comment n_n

Vixvapurus dijo...

Al final te equivocabas, tenía 3 xDDD
Se las quita Osama, se las quita ella y luego cuando entra otra vez las sigue llevando xDD

Editado ya! thanks