lunes, 18 de enero de 2010

CAPÍTULO 10.

MARTES.
El despertador sonó apaciblemente sobre la mesilla pero no hubo respuesta bajo las mantas. Los primeros rayos del sol barrían el suelo y se reflejaban en la multitud de cuadros y retratos en blanco y negro que colgaban de las paredes. Cinco minutos después una mano decrépita y arrugada salida de lo más profundo de las sábanas apagó el despertador de un certero manotazo. Eran las 4:05 de la mañana.
Se arrastró hasta el baño con la agilidad y vitalidad de un caracol, encendió la calefacción y mientras esta hacía su trabajo se afeitó estudiando su própio rostro. Cada día le costaba más reconocerse en aquel espejo, ya hacía mucho que no crecían arboles en su azotea y que su nariz había crecido desproporcionadamente al igual que sus orejas. Cosechas de arrugas surcaban su cara y sus cejas tenían más pelo que el que alguna vez había tenido su cabeza.Solo sus ojos negros permanecían inalterables, solo ellos resistían el paso del tiempo.
Se desnudó mientras dejaba caer el agua caliente dentro de la bañera, todo su cuerpo estaba surcado por cientos de tatuajes. Enormes demonios que masticaban a sus víctimas, dragones, serpientes y zarzas que se enrollaban por sus miembros. Decenas de nombres y números se entrelazaban con calaberas, alas y llamas de fuego. Todos habían ido perdiendo el color salvo uno que ocupaba su barriga y sus flácidos pectorales, un enorme rombo cruzado por una equis. El símbolo era de un rojo tan intenso que uno diría que lo llevaba en carne viva. Apenas recordaba el tiempo en que aquellos tatuajes le habían quedado bien en su otrora musculoso cuerpo.

Cuando salió de la bañera se secó mirando el reloj. 4:20. Sonrió para si mismo, al menos su reloj interior no le fallaba.
Se incrustó en lo que se podría definir como un traje de superhéroe azul oscuro que lo tapaba todo salvo su cabeza y luego, encima de este, se vistió con un elegante chandal gris.
Encendió la televisión de la cocina y la fué escuchando y mirando a intervalos mientras se preparaba el almuerzo y la bolsa de la ropa.
Wall Street había caido dos puntos, más muertos en irack, anuncios de bebida y de cosméticos, resultados de la superbowl, el tiempo y el tráfico. Levaba tanto tiempo viendo aquello que sus movimientos se habían adaptado a los cambios de cada sección.
Salió a la calle a las cinco en punto de la mañana, y se puso a correr por las calles desiertas con la bolsa de la ropa saltándole en la espalda. El lo llamaba correr aunque cualquiera que fuera por la calle caminando le adelantaba como si estuviera parado.
Se cruzó con los habituales del footing por el desértico parque; un hombre obeso y calvo de media edad, un grupo de cuatro jovenes universitarias y luego desperdigados unos cinco o seis empresarios dando su vuelta matutina.
A las siete menos diez estaba en los vestidores del centro deportivo donde daba sus clases de natación escuchando a los otros ancianos mientras estos se cambiaban.
-¿Chabech lo de la nueva monichora?
-¿Como?
-¡¡Que chi chabech lo de la nueva monichora!!! ¡¡Dichen que ech negra y chiene unach tetach enormech!!!!
-¿Que dices??
-Bah!! ¿y tu Juech?? chabech lo de..
-Sí lo sé, lo acabas de decir dos veces.

No añadió nada más al asunto. Efectivamente había nueva monitora y todos los ancianos se esforzaron como si con ello fueran a llamar la atención de aquella efigie de ébano. Mientras las ancianas no paraban de criticar tanto a la nueva monitora -por indecente-, como a sus "compañeros" de clase -por babosos- como a cualquiera de ellas que se alejara del grupo.
Cuando se acabó la clase la monitora se acercó a la esquina de la piscina donde se encontraba y se agachó para hablar con él, el generoso escote que formó la ley de la gravedad fué el causante de que ni por un momento mirara a la joven a los ojos. Eso no le impidió mantener una corta -pero intensa- conversación con ella basada en monósilabos.
-Veo que su bañador es de cuerpo completo, seguro que ahí bajo tiene muchas cosas que ocultar.¿Usted es el Juez verdad? dijo con voz coqueta mirándole a los ojos.
-Sí. dijo él babeando sobre la piscina.
¿Le gusta lo que ve? Dijo ella susurrando, sin saber que incluso aunque hubiera gritado ninguno de los otros ancianos la hubiera escuchado estando a más de cinco metros de ellos.
-Sí. Juraría que algo se movía allá abajo.
Sabe, estoy sin papeles y quizás podría... dijo ella con voz sensual, arrastrando las palabras como si fueran velos que recorriesen su cuerpo.
No Dijo el siguiendo el ondular de aquellos pechos que marcaban la agitada respiración de aquella mujer. Sabía exactamente que iba a decir.
Que le jodan. Se arrepentirá dijo ella mientras se levantaba y se marchaba dando fuertes zancadas. El Juez levantó los hombros que sobresalieron del agua. Recibía unas doscientas amenazas de muerte al día, aunque aquella iba a contar como Dos.

A las ocho y media y tras desayunar en su bar de cosumbre entró a los juzgados. Allí él era Dios.

3 comentarios:

Aeris dijo...

Ya me he puesto al dia! me ha gustado mucho el capi de la persecucion vista a ojos de black ;P
que ajjjco de pozo , tengo ganas de saber lo que era eso

Vixvapurus dijo...

Todo se sabrá a su debido tiempo x_D
Tanto el capítulo de la persecución de Black como el del pozo me costaron mucho -pero que mucho- de escribir. Porque sabía lo que quería que pasara pero no había manera de escribirlo como quería, asi que me hace mucha ilu que te haya gustado.

De hecho se me atragantó tanto que se me habían acumulado muchos capítulos (hoy o mañana pondré otro que ya tengo casi acabado) que si tenía claros pero que necesitaba tener claro que sucedía antes.

Muchas gracias por seguir leyendo mi proyecto pese a no estar pulido al 100%. Hay faltas, algunos fallos y cosas que creo que tengo que explicar más, pero eso lo dejo para cuando tenga el libro acabado, momento en que lo repasaré, repasaré faltas, ampliaré descripciones y puliré escenas... Pero para eso necesito acabar el libro y saber que seguis leyendo mi anima mucho n_n

Aeris dijo...

no te preocupes jotxe, que yo mientras pueda te leeré ;P